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¿Me tumbo boca abajo, no?.

¡Hola de nuevo!

Hoy os voy a hablar de algo con lo que muchos de mis compañeros fisioterapeutas se sentirán identificados, y es la creencia (aunque por suerte cada vez menos extendida) de que fisioterapia es "eso de los masajes".

Cuando la gente viene al centro o llama para pedir cita para un tratamiento, casi siempre piden, especialmente cuando es por dolor de cuello o espalda, que les dé cita para un masaje. Incluso hay pacientes que al entrar en la sala de tratamiento directamente se quitan la parte de arriba y preguntan: "¿Me tumbo boca abajo, no?". Claro que sí, el masaje está muy bien, tiene muchos beneficios, ¡pero no es lo único que hace un fisioterapeuta! De hecho, en mi opinión, un tratamiento basado sólo en un masaje, es un tratamiento incompleto, ya que, con el masaje, sólo nos centramos en tratar y relajar la musculatura. Si ese es el objetivo, estupendo, pero cuando existen contracturas en un músculo, probablemente el problema no esté en esa zona, sino que sea consecuencia de algo más, y averiguar eso también es tarea del fisioterapeuta. Por eso es tan importante observar al paciente, escuchar lo que te cuenta, e ir relacionando todo lo que vemos y escuchamos, no olvidar que el cuerpo es un todo. Algunos pacientes se extrañan en la entrevista previa de que haga "tantas preguntas", pero es importante conocer toda la información posible que el paciente nos pueda contar, ya que, incluso un esguince de tobillo de hace mucho tiempo puede ser relevante.

Por eso, aunque el principal objetivo es (o debería ser) ayudar al paciente a mejorar su dolor en el menor número de sesiones, es importante tener muchas más cosas en cuenta, e ir planteándose nuevas hipótesis cuando algo “no nos cuadre”. Por eso, en una sesión con un “fisio” el paciente no debería estar sólo boca abajo, sino de pie, sentado, boca arriba, de lado… y con más tratamiento que sólo un masaje, como movilizaciones de huesos y articulaciones, deslizamientos de nervios, estiramientos, movilizaciones en órganos, punción seca, un vendaje, recomendaciones y ejercicios (para mí indispensables), y un largo etcétera, según nuestra formación o criterio y, claro está, según la patología y el paciente, ya que no hay dos pacientes iguales. Además, aunque la patología sea la misma, el tratamiento no debe (o no debería) serlo.

Ser fisioterapeuta engloba muchas más cosas, y es importante recordarlas y aplicarlas día a día en nuestro trato con los pacientes, siendo conscientes de nuestras limitaciones y no pretender tener la respuesta para todo, ya que, también hay que saber derivar al médico o a otro compañero cuando algo se nos escape de las manos. Porque, al fin y al cabo, lo primordial para un fisioterapeuta deben ser los pacientes, las personas.

¡Hasta la próxima!

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